En España, los niveles de vitamina D son comparables, e incluso más bajos, que los de Europa central o Escandinavia1. Se cree que con la llegada de los meses más soleados del año aumentarán los niveles de esta vitamina debido a la mayor exposición solar, pues la síntesis cutánea por acción de la radiación solar ultravioleta B es la principal fuente de vitamina D (80-90%), mientras que el resto se obtiene a través de la alimentación2.
Es relevante mencionar que gran parte de España se encuentra por encima del paralelo 35°N, lo que limita la posibilidad de sintetizar vitamina D durante los meses de invierno y primavera. Además, la mayoría de los españoles tienen una piel más oscura, lo que dificulta aún más esta síntesis1. A esto se suma que la ingesta diaria promedio de vitamina D en la población general suele ser insuficiente para mantener niveles óptimos de 25(OH)D3.
Varios estudios han demostrado que el déficit de vitamina D no se limita exclusivamente a áreas con poca luz solar, lo que sugiere que la prevalencia de hipovitaminosis D en climas soleados podría estar subestimada4,5,6,7.
En un estudio realizado en estudiantes de medicina de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, se determinó que casi dos de cada tres estudiantes tenían niveles bajos de 25-hidroxivitamina D4, lo que indica una alta prevalencia de hipovitaminosis D en este grupo. Además, estudios en países como Brasil5, Arabia Saudí6 e Israel7 también han registrado una alta prevalencia de este déficit.
Estos hallazgos respaldan la idea de que la falta de vitamina D es un problema relevante no solo en áreas con poca luz solar, sino también en climas soleados, y subrayan la importancia de abordar adecuadamente esta deficiencia para mantener una buena salud.
El impacto del uso de cremas solares durante esta época del año en la síntesis cutánea de vitamina D ha generado controversia. En este sentido, la Sociedad Española de Investigación Ósea y del Metabolismo Mineral (SEIOMM) ha establecido recomendaciones2 para la exposición solar en la población caucásica. Sugieren una exposición solar diaria de 15 minutos en cara y brazos entre los meses de marzo y octubre, utilizando un factor de protección solar entre 15 y 30, dependiendo de la latitud y la intensidad de la radiación. Para la población anciana y pacientes con osteoporosis, se recomienda una exposición solar diaria de 30 minutos. Sin embargo, en los últimos años se han implementado políticas socio-sanitarias que buscan limitar la exposición solar, promoviendo en su lugar fuentes nutricionales de vitamina D, con el objetivo de prevenir el riesgo de daño cutáneo, como el melanoma, asociado a la exposición solar8.
Los expertos enfatizan que la deficiencia de vitamina D en España no es un mito, sino una realidad con una importante repercusión en la salud ósea y posiblemente en la salud general del organismo1.
“Existen multitud de factores que dificultan la síntesis cutánea de esta vitamina: el tiempo de exposición solar, la latitud y la franja horaria a la que se toma el sol, la superficie corporal expuesta, el uso de protectores solares (necesarios para prevenir el daño en la piel y evitar riesgos como el de melanoma), el fototipo de la piel (a mayor pigmentación menor síntesis), la edad (a más edad, menor síntesis), la contaminación ambiente (la cual reduce esta síntesis) o las conductas evitativas (ante calor extremo y prevención del daño cutáneo)”, explica el Dr. Pedro Rozas, especialista en Endocrinología y Nutrición del Hospital General Universitario de Ciudad Real.
Déficit de vitamina D, incluso durante los meses más soleados
Aunque nos encontremos en la época estival, no podemos asumir que nuestros niveles de vitamina D sean adecuados. El déficit de esta vitamina puede condicionar nuestro estado general de salud. En este sentido, enfermedades cardiovasculares, neuropsiquiátricas, autoinmunes y problemas óseos y musculares podrían empeorar cuando existe un déficit de esta hormona9.
Consecuencias de las vacaciones terapéuticas en suplementación con vitamina D
Las consecuencias de interrumpir la suplementación con vitamina D una vez que se han alcanzado niveles óptimos pueden ser negativas, ya que los niveles pueden disminuir nuevamente hasta llegar a los valores anteriores al inicio de la suplementación. Un ensayo clínico aleatorizado reciente realizado en España ha destacado el efecto de interrumpir el tratamiento con calcifediol en mujeres posmenopáusicas con deficiencia de vitamina D10. Los autores concluyen que, al igual que se ha observado con colecalciferol11, la interrupción del tratamiento con calcifediol conlleva que los niveles de 25(OH)D vuelvan a descender de forma abrupta hasta niveles previos al tratamiento, indicando la necesidad de mantener la suplementación una vez alcanzados los niveles óptimos. Esta observación va en consonancia con la recomendación de la SEIOMM de suplementar de manera indefinida a la población en riesgo de déficit de vitamina D2.
El Dr. Rozas señala que: “en la práctica clínica he podido observar cómo un porcentaje significativo de pacientes que suspenden la suplementación de vitamina D durante los meses de verano (lo que se conoce como vacaciones terapéuticas) y/o tras alcanzar los niveles óptimos no reinician posteriormente la pauta de suplementación. Para la mayoría de los pacientes con déficit no es adecuado suspender el tratamiento, lo que conlleva un descenso significativo de los niveles de vitamina D en poco tiempo. El mayor riesgo lo presentan los pacientes con factores de riesgo de hipovitaminosis D y baja exposición solar durante los meses de buen tiempo. La alta probabilidad de volver a presentar niveles bajos de esta hormona y la seguridad y coste de su administración hacen que muchos de los pacientes en tratamiento no sean candidatos a vacaciones terapéuticas”.
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