La vitamina D, que en realidad funciona como un sistema hormonal (el sistema endocrino de la vitamina D), desempeña un papel clave en el sistema inmunológico, actuando como modulador tanto de la inmunidad innata como de la adquirida. Esta es la razón por la cual se ha encontrado una significativa relación entre la carencia de vitamina D y la aparición o prevalencia de diversas enfermedades reumáticas, tales como la artritis reumatoide, el lupus eritematoso sistémico, la espondiloartritis, la polimialgia reumática y la artrosis. «De hecho, se ha observado que los pacientes con niveles más bajos de 25-hidroxivitamina D pueden desarrollar formas más graves de estas patologías», señala el Dr. Enrique Casado, especialista en el Servicio de Reumatología del Hospital Universitario Parc Taulí de Sabadell (Barcelona).

En el caso de la artritis reumatoide, un estudio señala que más del 40% de los pacientes con AR presentan deficiencia de vitamina D, y estos bajos niveles de 25-hidroxivitamina D se han vinculado con una mayor actividad de la enfermedad, mayor discapacidad y una peor respuesta al tratamiento¹, ². «Dado que la suplementación con vitamina D parece disminuir la actividad y recurrencia de la enfermedad, algunos expertos sugieren monitorear los niveles de 25-hidroxivitamina D al inicio y durante el seguimiento de los pacientes con artritis reumatoide, además de suplementar en caso de deficiencia¹, ²», explica el Dr. Casado.

Es fundamental considerar que, entre las enfermedades reumáticas, el déficit de vitamina D es más severo en aquellas donde los tratamientos requieren el uso de glucocorticoides, como el lupus, la artritis reumatoide o la polimialgia reumática. «Esta deficiencia contribuye a una menor absorción de calcio y fósforo, lo que incrementa el riesgo de osteoporosis y fracturas por fragilidad, un riesgo ya elevado debido al tratamiento con corticoides⁵», advierte el reumatólogo.

La artrosis es otra de las enfermedades reumáticas que presenta evidencia clínica sobre su vínculo con el sistema endocrino de la vitamina D. Un metaanálisis reciente, que recopiló datos de ocho ensayos clínicos de alta calidad, concluyó que la suplementación con vitamina D disminuía el derrame articular y mejoraba el dolor y la función en pacientes con artrosis de rodilla7. Paralelamente, otro estudio reciente con 29 pacientes con artrosis rápidamente destructiva de cadera encontró que todos tenían niveles bajos de 25-hidroxivitamina D, con una media de 11 ng/mL, significativamente más baja que los 22,2 ng/mL8 registrados en los 118 pacientes con coxartrosis primaria. «Por este motivo, los autores sugieren que también se monitoricen de forma rutinaria los niveles de 25-hidroxivitamina D en pacientes con artrosis rápidamente destructiva de cadera», señala el Dr. Casado.

En el caso de la fibromialgia, aunque existe cierta controversia sobre la relación entre el déficit de vitamina D y esta enfermedad, es relevante mencionar los resultados de un metaanálisis que analizó los 12 estudios de mayor calidad9. «Los autores encontraron que los niveles de 25-hidroxivitamina D eran significativamente más bajos en los pacientes con fibromialgia en comparación con los controles sanos. En particular, los niveles reducidos de esta vitamina se han asociado con una mayor intensidad del dolor y una peor calidad de vida en los pacientes10, por lo que alcanzar niveles óptimos parece lógico para una mejor evolución de la enfermedad», explica el Dr. Casado.

Suplementación con vitamina D

La suplementación con vitamina D en pacientes con enfermedades inflamatorias crónicas sigue siendo un tema de amplio debate. “puesto que no es fácil encontrar evidencia cuando hablamos del beneficio de la suplementación con vitamina D en todas las enfermedades reumáticas, principalmente debido a la heterogeneidad de las poblaciones analizadas, las dosis de vitamina D utilizadas o el tiempo de tratamiento, entre otros factores”, señala el Dr. Casado.

El creciente conocimiento sobre la relación entre los bajos niveles de 25-hidroxivitamina D y la peor evolución de ciertas enfermedades reumáticas, incluyendo una respuesta menos favorable al tratamiento¹, ², ha llevado a una mayor atención en las consultas de reumatología. Se intenta mantener los niveles de esta vitamina dentro de un rango óptimo para mejorar el manejo de estas enfermedades.

Sin embargo, el especialista advierte: “a pesar del evidente papel que juega la vitamina D en la fisiopatología de las enfermedades reumáticas, especialmente las inflamatorias y autoinmunes, y de la asociación entre los niveles bajos de 25-hidrocivitamina D y la mayor incidencia, peor sintomatología, y peor pronóstico3, necesitamos ensayos clínicos, bien diseñados, con poblaciones bien definidas, y con las diferentes moléculas que disponemos, para poder establecer unas claras recomendaciones de cómo debe ser el manejo de nuestros pacientes”.

Aunque no existe un consenso definitivo sobre cuáles son los niveles ideales de 25-hidroxivitamina D para lograr los efectos inmunomoduladores de la vitamina, « algunos autores consideran que deben ser superiores a 40 ng/mL11  y, en todo caso, nadie duda de la importancia de mantener niveles de 25-hidroxivitamina D superiores a 25-30 ng/mL para conseguir una buena salud ósea en los pacientes12. No debemos olvidar que nuestros pacientes tienen mayor riesgo de osteoporosis y de fracturas, por lo que en aras de reducir este riesgo debemos siempre corregir el déficit de vitamina D” concluye el Dr. Casado.

Referencias

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