Recientes estudios han establecido una relación entre la deficiencia de vitamina D y diversas enfermedades oculares. Según revelan numerosos estudios epidemiológicos1, la deficiencia de vitamina D ha sido vinculada con patologías como la miopía, la degeneración macular asociada a la edad, el glaucoma, la retinopatía diabética, la uveítis y o el retinoblastoma1.  Además, estudios preclínicos han mostrado que la vitamina D podría mejorar los efectos del estrés oxidativo y toxicidad en células humanas del epitelio pigmentario retinal (EPR)2

En el abordaje de la retinopatía diabética, se ha observado una relación estadísticamente significativa entre la deficiencia de vitamina D y esta enfermedad3. También se han identificado indicios de que la vitamina D podría influir significativamente en la regulación de la resistencia a la insulina, mostrando una asociación inversa entre los niveles séricos de vitamina D y la resistencia a la insulina4.

Estos hallazgos subrayan la importancia de investigaciones continuas sobre el papel de la vitamina D en la salud ocular y sugieren la necesidad de evaluar los niveles de esta vitamina en pacientes con enfermedades oftálmicas, como parte integral de su manejo clínico.

La vitamina D posee una amplia gama de funciones en el mantenimiento de la salud humana, abarcando desde la regulación de genes hasta el fortalecimiento del sistema inmunitario, la reducción de la inflamación, el mantenimiento de la salud muscular, la diferenciación y proliferación celular, la apoptosis y la angiogénesis 5,6,7.

La Dra. Inés Villafruela, jefa de Servicio de Oftalmología del Hospital del Tajo en Aranjuez, destaca que estudios in vitro y modelos animales han mostrado que la vitamina D podría proteger o reducir el estrés oxidativo celular. Además, podría manifestar propiedades antiinflamatorias, lo que sería beneficioso en enfermedades inflamatorias crónicas al reducir la proliferación de células T y agentes proinflamatorios, así como inhibir la cascada de la angiogénesis8,9,10. Sin embargo, a pesar de su importancia, en la actualidad la deficiencia de vitamina D es un problema de salud pública con una prevalencia elevada, afectando a personas de todas las edades11.

La Sociedad Española de Investigación Ósea y del Metabolismo Mineral (SEIOMM) ha establecido como valores óptimos generales unas concentraciones séricas de 25(OH)D a partir de 25 ng/ml para la población general. Se considera una deficiencia grave si los niveles son inferiores a 10 ng/ml, mientras que se habla de deficiencia moderada o insuficiencia cuando se encuentran entre 10 y 25 ng/ml12. Mantener niveles adecuados de 25-OH vitamina D es importante para el bienestar general y la prevención de diversas afecciones, incluidas las relacionadas con la salud ocular.

En el caso de la salud ocular, existe evidencia de la presencia de calcifediol, calcitriol y de enzimas metabolizadoras de la vitamina D en regiones complementarias del cuerpo ciliar, epitelio pigmentario retiniano y retina neural, lo que sugiere la existencia de actividad local13 y de la importancia de la vitamina D en el control de las enfermedades oculares. 

Vitamina D y diferentes patologías oculares

La deficiencia de vitamina D se ha identificado como un posible factor de riesgo independiente en el desarrollo de enfermedades oculares como el glaucoma, entre otras afecciones. La Dra. Villafruela señala que la vitamina D, gracias a sus efectos antioxidantes y antiinflamatorios, puede intervenir en las vías del estrés oxidativo, que se considera una de las causas subyacentes del glaucoma. Estudios in vivo respaldan esta afirmación al mostrar que la vitamina D mejoraba los efectos adversos del estrés oxidativo y la toxicidad en células humanas del epitelio pigmentario retinal (EPR)2. Además, investigaciones adicionales han revelado que la vitamina D puede influir en la expresión de genes relacionados con la inflamación14,15.

Por otro lado, estudios poblacionales han sugerido que la vitamina D podría ejercer un efecto protector contra la degeneración macular asociada a la edad (DMAE). Un extenso estudio de cohortes, que siguió a 2.146 participantes durante más de nueve años, encontró que una dieta rica en vitamina D se asociaba con un 40% menos de riesgo de progresión hacia la DMAE avanzada16.

Otra de las patologías oculares para las que existe evidencia del posible rol de la vitamina D es en la retinopatía diabética, para la que se ha observado una relación estadísticamente significativa3. Un metaanálisis concluyó que la vitamina D tenía un efecto significativo en la regulación de la resistencia a la insulina y que existía una asociación inversa significativa entre los niveles séricos de 25-hidroxivitamina D y la resistencia a la insulina4; otros estudios prospectivos mostraron el menor riesgo de retinopatía diabética con niveles de 25-hidroxivitamina D > 30 ng/ml17 ; además, en un estudio doble ciego controlado por placebo se observó que niveles bajos de 25-hidroxivitamina D estaban asociados con un mayor riesgo de eventos macro y microvasculares en la diabetes tipo 218.

Y es que la vitamina D es en realidad un sistema hormonal (sistema endocrino de la vitamina D, SEVD) con un mecanismo de regulación complejo que modula la expresión de más del 3% de todos los genes del organismo19. “La vitamina D tiene un doble origen: la síntesis cutánea (80-90%) y la dieta (10-20%). Por eso, siempre se aconseja una nutrición adecuada, ejercicio y actividad al aire libre y solo cuando esto no es suficiente, se deben utilizar suplementos para corregir los niveles”, concluye la Dra. Villafruela.

REFERENCIAS

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